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Años 90 (1989-1997) (II) "Que el maillot se vea bien y que los ciclistas ganen"

Viene de la primera parte.

por Ander Izagirre 

El de la ONCE fue uno de los maillots icónicos del pelotón en los años 90. La Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) era una empresa poderosa y tenía su libro de marca, su imagen corporativa bien definida, lo que no resultaba nada habitual en aquellos años. Pero chocaba con algunas ideas que tenía Etxeondo para el maillot.

– Yo miraba mucho la tele, miraba cómo quedaban los maillots dentro del pelotón, con la velocidad, con la luz… La ONCE tenía el verde y el amarillo como colores de marca, pero eso en la tele no se veía bien, necesitábamos algo más nítido. Diseñé un maillot con un color amarillo muy neto, muy limpio, con las letras blancas sobre fondos negros que se veían fenomenal…  Y luego Manolo Saiz le vendió muy bien la moto al patrocinador.

– Le vendí la moto porque María Jesús y Paco me lo habían explicado todo. Yo con ellos aprendí mil cosas sobre los colores, los tejidos, la elasticidad, los cortes, toda esa parte técnica de la ropa. A los jefes de la ONCE les expliqué que se veía mucho mejor un maillot amarillo, que el  blanco y el negro eran lo positivo y lo negativo, que hacían contraste, que en los costados llevábamos los cinco recuadros con las cuatro letras de la ONCE y el pictograma del ciego, como marcaba su imagen corporativa, pero que en el pecho era más limpio poner solo los cuatro recuadros de las letras y el pictograma debajo en grande… 

– Le vendí la moto porque María Jesús y Paco me lo habían explicado todo. Yo con ellos aprendí mil cosas sobre los colores, los tejidos, la elasticidad, los cortes, toda esa parte técnica de la ropa. A los jefes de la ONCE les expliqué que se veía mucho mejor un maillot amarillo, que el  blanco y el negro eran lo positivo y lo negativo, que hacían contraste, que en los costados llevábamos los cinco recuadros con las cuatro letras de la ONCE y el pictograma del ciego, como marcaba su imagen corporativa, pero que en el pecho era más limpio poner solo los cuatro recuadros de las letras y el pictograma debajo en grande… 

– Lo importante es no cargar el maillot con un montón de letras y logos. Con menos se ve más -dice Paco Rodrigo.

El Tour no permite participar con un maillot amarillo, para no confundirlo con el del líder, así que Etxeondo tuvo que buscar otro diseño para la ONCE, como ya le había pasado con el Kas.

– Para los Tours del 90 y el 91 hicimos aquel maillot con unas franjas verdes, grises y amarillas en diagonal, con los costados negros -cuenta Paco-. Perdimos un poco de identidad pero quedó muy bonito.

– Ese maillot triunfó en Japón, se vendió mucho allí. Tiene un aire un poco oriental, ¿no?, con esa especie de rayos diagonales…

Lució bien: Chozas y Lejarreta ganaron etapas consecutivas, y terminaron en sexta y quinta posición de la general.

– Eso es fundamental para el éxito de un maillot: que los ciclistas ganen -dice Paco Rodrigo-. Porque si diseñas el maillot más bonito del mundo y a los ciclistas ni los ves, no sirve de mucho.

En los siguientes Tours, la ONCE se presentó con un diseño idéntico al de su maillot habitual pero cambiando el amarillo por un color rosa palo.

– Era un rosa precioso -dice Saiz.

Con el cambio de color también vino un cambio generacional de líderes para el Tour: de Marino Lejarreta y Eduardo Chozas, pasaron a Alex Zülle y Laurent Jalabert.

– Lo importante es no cargar el maillot con un montón de letras y logos. Con menos se ve más -dice Paco Rodrigo.

El Tour no permite participar con un maillot amarillo, para no confundirlo con el del líder, así que Etxeondo tuvo que buscar otro diseño para la ONCE, como ya le había pasado con el Kas.

– Para los Tours del 90 y el 91 hicimos aquel maillot con unas franjas verdes, grises y amarillas en diagonal, con los costados negros -cuenta Paco-. Perdimos un poco de identidad pero quedó muy bonito.

– Ese maillot triunfó en Japón, se vendió mucho allí. Tiene un aire un poco oriental, ¿no?, con esa especie de rayos diagonales…

Con el cambio de color también vino un cambio generacional de líderes para el Tour: de Marino Lejarreta y Eduardo Chozas, pasaron a Alex Zülle y Laurent Jalabert.

Lució bien: Chozas y Lejarreta ganaron etapas consecutivas, y terminaron en sexta y quinta posición de la general.

– Eso es fundamental para el éxito de un maillot: que los ciclistas ganen -dice Paco Rodrigo-. Porque si diseñas el maillot más bonito del mundo y a los ciclistas ni los ves, no sirve de mucho.

En los siguientes Tours, la ONCE se presentó con un diseño idéntico al de su maillot habitual pero cambiando el amarillo por un color rosa palo.

– Era un rosa precioso -dice Saiz.

Con el cambio de color también vino un cambio generacional de líderes para el Tour: de Marino Lejarreta y Eduardo Chozas, pasaron a Alex Zülle y Laurent Jalabert.

– Si hubiéramos pillado a Lejarreta con veinte años… -dice Saiz-. Marino era un aventurero, le gustaba mucho experimentar, innovar, nos entendíamos bien, podíamos haber planeado toda una trayectoria. Pero bueno, lo tuvimos en sus últimos años y fue un lujo, hizo un Tour muy bueno, estuvo cerca de ganar un Giro…

Con Jalabert sí que pudieron planear una trayectoria: de sprinter a corredor de grandes vueltas.

– Jalabert era un corredor rápido. En un sprint quedaba tercero, en otro quinto, en otro cuarto, vale, de vez en cuando ganaba alguna carrera… Pero yo le veía muchas más posibilidades y empezamos a trabajarlas. Le fui marcando metas: primero, lo entrené para pasar mejor la media montaña, así podría ganar en grupos pequeños donde ya no estuvieran los sprinters puros. Luego le convencí de preparar a fondo las cronos, vi que podía hacerlas bien y que le darían opciones para ganar vueltas de una semana. Fue una transformación paulatina hasta que llegó la caída de Armentières.

En la primera etapa del Tour de 1994, un gendarme se asomó a la carretera para sacar una foto del pelotón que llegaba esprintando en los últimos metros. El belga Nelissen chocó contra el gendarme y detrás de él cayó una cascada de ciclistas, incluido Jalabert, que quedó aturdido en el suelo, ensangrentado, sin dientes y con la mandíbula destrozada.

– Si hubiéramos pillado a Lejarreta con veinte años… -dice Saiz-. Marino era un aventurero, le gustaba mucho experimentar, innovar, nos entendíamos bien, podíamos haber planeado toda una trayectoria. Pero bueno, lo tuvimos en sus últimos años y fue un lujo, hizo un Tour muy bueno, estuvo cerca de ganar un Giro…

Con Jalabert sí que pudieron planear una trayectoria: de sprinter a corredor de grandes vueltas.

– Jalabert era un corredor rápido. En un sprint quedaba tercero, en otro quinto, en otro cuarto, vale, de vez en cuando ganaba alguna carrera… Pero yo le veía muchas más posibilidades y empezamos a trabajarlas. Le fui marcando metas: primero, lo entrené para pasar mejor la media montaña, así podría ganar en grupos pequeños donde ya no estuvieran los sprinters puros. Luego le convencí de preparar a fondo las cronos, vi que podía hacerlas bien y que le darían opciones para ganar vueltas de una semana. Fue una transformación paulatina hasta que llegó la caída de Armentières.

En la primera etapa del Tour de 1994, un gendarme se asomó a la carretera para sacar una foto del pelotón que llegaba esprintando en los últimos metros. El belga Nelissen chocó contra el gendarme y detrás de él cayó una cascada de ciclistas, incluido Jalabert, que quedó aturdido en el suelo, ensangrentado, sin dientes y con la mandíbula destrozada.

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– Se pasó dos meses comiendo purés con una pajita -explica Saiz-. Perdió masa muscular,  así que le dije: “Laurent, vamos a trabajar de otra manera. En vez de ganar otra vez masa muscular, vamos a prepararte para que estés más fino y puedas optar a las grandes vueltas”. Le remodelamos el cuerpo. Tampoco nos podemos engañar, cada uno tiene una cantidad de fibra muscular rápida y fibra muscular lenta, pero puedes usarlas de manera más eficiente.

Y hay que creérselo.

– Sí, Laurent me escuchaba muchísimo y se convenció. Yo hablaba un montón con los corredores, una de mis ventajas es que yo fui director siendo como un hermano de los ciclistas, me tumbaba con ellos en la cama y hablábamos de todo, teníamos mucha cercanía, una confianza extraordinaria.

La apuesta por transformar a Jalabert no era una ocurrencia: ya había ganado siete etapas en la Vuelta a España de 1994, seis de ellas al sprint y una en la cumbre de los Lagos de Covadonga. En 1995 se llevó la etapa salvaje de Mende y terminó cuarto en el Tour, con su compañero Zülle segundo tras Induráin. Y poco después Jalabert ganó la Vuelta a España con otras cinco etapas y sus compañeros Bruyneel y Mauri en tercera y cuarta posición. Fue una época espléndida para la ONCE.

La colaboración con Etxeondo terminó en 1997, cuando los directivos de la ONCE firmaron un acuerdo con una de las mayores marcas mundiales de equipamiento deportivo. Manolo Saiz y Paco Rodrigo volvieron a trabajar juntos en 2006, en el Liberty-Würth vestido por Etxeondo, hasta que la Operación Puerto trajo la desaparición del equipo a mitad de temporada.

– Paco no lo contará, pero cuando cambiamos el proveedor algunos ciclistas venían a que les hiciera él la ropa aunque luego le pusieran el logo de otra marca -dice Saiz-. Etxeondo siempre ha hecho los mejores culotes del mundo, con diferencia. Y siempre ha tenido un cuidado extraordinario con los detalles: el corte de las prendas era absolutamente preciso, no le faltaba ni le sobraba un centímetro, no hacía una arruga en los hombros ni en la barriga. Cuando llevas seis horas en una bici esa comodidad se nota… ¿Y cuando llevas cincuenta?

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