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Pedaleando en el punto más oriental de la península ibérica.

Situado en el norte de la Costa Brava en Cataluña, el Parque Nacional del Cap de Creus es un lugar muy especial, un territorio de tierra junto al mar, un terreno montañoso, escarpado y rocoso.

Los chicos de Raw Stories habíamos visitado este mágico lugar varias veces, pero nunca antes con nuestras bicicletas de gravel. Ya sabíamos que la aventura no sería fácil debido a que tiene muchos caminos difíciles, pero no nos importaba; queríamos ir allí para explorarlo y eso era lo único importante.

Comenzamos el viaje desde el pequeño pueblo costero de  Llançà pasando por la carretera que está justo al lado del mar hasta Port de la Selva, donde comenzaron las primeras subidas.

Después de unos pocos metros de escalada, nos encontramos ya en el parque natural. Allí los caminos se volvieron más complicados y tuvimos que usar todas nuestras habilidades técnicas para continuar pedaleando.

Nuestro cuerpo comenzaba a calentarse pero las vistas eran increíbles; estábamos solos rodeados de mar y montañas. No sabemos si se debe al clima o a que era enero y hacía un poco de frío, pero no había nadie en el lugar; solo las vacas y nosotros.

Cuando coronamos la primera subida, tuvimos una bajada fácil a través de un bonito sendero. Después de un tiempo, se convirtió en un singletrack más complicado y unos minutos más tarde, tuvimos que echar pie a tierra por primera vez debido a que resultaba demasiado técnico para ser ciclable. Tal vez sobre una MTB lo hubiéramos pasado, pero no sobre nuestras bicis de gravel.

Una vez que logramos sortear todos los obstáculos, nos adentramos en la segunda subida. Nuestro objetivo era encontrar Cala Tavallera, una playa muy pequeña a la cual debería llevarnos nuestra pista.

Y, finalmente … ¡llegamos! Nos asomamos a un mirador donde pudimos ver la playa. Estábamos muy entusiasmados con haber llegado hasta allí, pero fue solo por unos segundos porque nos dimos cuenta de que para bajar tendremos que caminar con las bicicletas en nuestras espaldas. No era lo más cómodo ni había ruta alternativa, pero la recompensa merecería la pena. Solo teníamos la opción de caminar y disfrutar de las vistas.

Cala Tavallera es una playa aislada a la que solo se puede acceder caminando o en bote. Silencio, aguas tranquilas, naturaleza salvaje … probablemente en otra época del año nos hubiéramos bañado en la misma, pero esta vez el clima no era el mejor para ello.

Tuvimos que esforzarnos y nos costó más tiempo del esperado llegar a este lugar tan carismático, pero mereció la pena.

Una vez decidimos reanudar la marcha,  para subir de nuevo al otro lado tuvimos que volver a caminar por el sendero.

Cuando ya alcanzamos la pista, volvimos a pedalear cruzando pequeños ríos y disfrutando de hermosos valles a la vez que jugábamos con el barro.

La siguiente parada sería en punto más oriental de la Península Ibérica, el faro del Cap de Creus.

Una vez allí, tomamos un café rápido y, como teníamos hambre, decidimos ir a Cadaquès y comer algo. En ese punto de la ruta hacía mucho viento y no queríamos resfriarnos.

La ciudad de Cadaqués es uno de los principales atractivos de la Costa Brava. Un hermoso pueblo de pescadores rodeado de naturaleza y montañas, y muy famoso por ser el lugar elegido por muchos pintores para vivir.

Para dar por terminada la aventura, comenzamos nuestro camino hacia los autos. Tuvimos que cambiar un poco de nuestra ruta inicial planificada debido a los problemas y dificultades de algunas partes de la ruta, pero, al final, tuvimos un muy buen día de exploración.

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